lunes, 19 de julio de 2010

Actitud, Optimista

QUE ACTITUD TIENES TU?




Los padres regalan al pesimista un trenecito eléctrico. Los padres le preguntan:


- ¿Te gustó el regalo?.


- No - contesta el niño pesimista - ¿y si al encenderlo muero electrocutado?.


En cambio al hijo optimista le regalaron una mierda de caballo dentro de una caja.


De repente, aparece el niño corriendo de un lado para otro, con los ojos inyectados en sangre. - ¿Qué ocurre? - le preguntan los padres.


- ¡Pues que los reyes me han regalado un caballo y no se donde está!







■¿Mitad lleno o mitad vacío? El optimista suele ver lo que está dentro del vaso y no lo que falta.



La definición de optimismo que encontramos en el diccionario es “la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable”. De acuerdo a ello, quienes hoy investigan las características del optimismo se detienen en dos cuestiones principales: ¿El optimismo es la actitud que nos guía a la felicidad más contundentemente? ¿Es una cualidad innata o podemos aprenderla?



Los científicos responden a la primer cuestión afirmando que las personas optimistas son más felices por mirar el mundo con mejores ojos. Esta actitud los favorece en cuestiones de salud (se enferman menos o transcurren sus enfermedades de mucho mejor ánimo) , y además tienen más éxito en sus trabajos, sus estudios o cualquier otra actividad que realicen.



En cuanto a la segunda cuestión, se establecen muchas más dudas que certezas. Muchos pensadores, como el fundador de la psicología positiva Martin Seligman, afirman que hasta las personas más cínicas son capaces de aprender optimismo y mejorar sus vidas.



Lo importante es remarcar que mientras el pesimista se siente impotente ante la adversidad, el optimista considera a los golpes de la vida como desafíos temporarios y reversibles.



La investigadora estadounidense Carol Dweck, autora del libro “Mindset“, también opina que el optimismo puede aprenderse. Considera que el optimismo está al alcance de todos con sólo adoptar lo que ella define como “mentalidad del cambio”: tener conciencia de que somos personas cambiantes, que crecemos cada vez que nos arriesgamos a aprender algo nuevo y que el optimismo incrementa cuando uno se da cuenta de que es dueño de su destino.



La mejor manera de criar optimistas es aducando a los chicos y los jóvenes con una “mentalidad de crecimiento”: aumentar su autoconfianza felicitándolos por sus esfuerzos y no por sus logros.




Vía Clarín

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